12/29/2008

TRAZAS 16

La inalterable mirada de espalda
Que franquea una ilusión

En remolinos el campo arroja su furia
Y desde la ventana
Nos enamoramos

Son oscuridades que se ensañan
En iluminarnos
El centro de la costumbre, un jardín.

Yo habré pasado de largo
Cuanto enseña la tormenta

Los centelleos perturbados
Una letanía cifrada en el agua

A ella ya no le queda nada
Ni la inocencia de este verso

Sapos estallan
Atroces ante los ojos
Y el crepitar suena y hace soñar

A ella le respira el amor rancio
Escapado de la vieja caja de zapatos

A ella las fatalidades se le estiran
Ya pusilánimes
Detrás de la gruesa bruma

El deseo es un hombre que fuma
En un rincón
Mientras el agua azota otros cristales

Rispideces, anhelos y escozores
Espejos, amores, quiebres

Los postigos y una sombra
Sin otro destino
Que el entusiasmo

Las Pandoras encerradas
Exploran el abismo

Apenas una boca
Sin cadencia en el masticar
Apenas eso

Y el viento se habrá llevado casi todo.

11/08/2008

de poetas y poemas

Les dejo algunas sentencias como disparos en la noche:

"Parafraseando a Heráclito podría pensar: ningún lector atraviesa dos veces el mismo poema."

"Antes del poema, el silencio no significa. Después del poema, el silencio es políglota."

"La poesía no es madre o hija de la lengua o del habla, sino amante. Cuando una poética se convierte en la esposa oficial de una lengua, ya es poesía muerta, ya el orgasmo se ha vuelto carne podrida."

"No creo en la fórmula alquímica, no creo en el misterio sino en el oficio, pero el poema empieza donde termina el oficio."

La nota completa de Rubén Vedovaldi, en Lecturas y Miradas, pueden leerla aquí: "Sobre Poema y Poetas"

10/27/2008

LA ESPERA


Hoy, cuando llamaste a primera hora, supe que por la noche había vuelto a soñar con vos.
No lo dije, no era la circunstancia adecuada; el manos libre no brinda la intimidad necesaria para una confidencia de este calibre. Probablemente te dieras cuenta del silencio inicial, aunque también pudiste asociarlo a mi sorpresa: después de todo, hacía tiempo que no llamabas. Pero ese momento de suspensión correspondía al déjà vù que como flashes, o espasmos, despertó una segunda conciencia, borrosa, o mejor: fragmentaria.
Mientras hablábamos, y tu amiga se sumaba a la conversación, me preguntaba si, de no haber mediado el artilugio tecnológico por el cual un diálogo se puede transformar en una conferencia, te lo hubiese contado, aunque sea para tu regodeo personal. Ambicioso en la experiencia, trataba de sostener el hilo de la conversación y reconstruir a la vez lo soñado, porque sé que la vorágine del día dilapida el tesoro de esa vida paralela. Querías decirme, o advertirme algo importante, sin embargo terminamos con palabras superficiales y distantes, una conversación casi de ascensor. La distancia y el tiempo, paulatinamente, nos fueron llenando de un pudor infantil que, como una pátina de aceite, impermeabilizaba cualquier afecto sospechoso de pasión. Apenas cortamos, lo lamenté, aunque bien sabía que para ambos era una suerte, nos evitaba una nueva catástrofe emocional, de las cuales, cada uno por su lado, teníamos demasiadas.
Cerca del mediodía me reuní con uno de los escritores, a quien conocí en oportunidad de compartir una mesa de lectura, que presentaría su libro en la feria. Daniel, el fotógrafo del diario no había llegado aún, pero el hombre venía armado con unas copias que enviaba la editorial. Imágenes de la tapa de otro libro, próximo a lanzarse, y unas cuantas de él mismo en pose de solapa. Mientras calentábamos la conversación para el reportaje yo pasaba revista a las fotos casi automáticamente, sin verlas. Como una traición a la vigilia se coló una que correspondía a mi sueño reciente. Duró un segundo, enseguida comprobé que era un espejismo. Sin embargo, tu imagen desnuda con la cabeza baja frente a la mesa, en una habitación oscura, aguardando, mientras el cigarrillo consumía tu espera de mí, se fijó cruel en la retina. Pedí disculpas al entrevistado y me levante de la mesa para dirigirme al baño. Lavé mi cara con rabia, como si quisiera desprender o borrar una cicatriz que me acusaba. Comprobé en el celular un mensaje tuyo en el que decías que en cuanto pudiese, llamara.
Cuando regresé encontré a nuestro escritor charlando con Daniel que encastraba, ducho, los artefactos de su herramienta. Un francotirador preparándose para abatir a su objetivo, imaginé.
La entrevista siguió por los carriles esperados; yo tenía el oficio para las preguntas y él para las respuestas. Me reservé las finales para ese otro libro que en pocos meses estaría en las reseñas de los suplementos culturales. Me dijo que en realidad, si bien ya había entregado los primeros capítulos y acordado el título con la editorial, aún no lo había terminado. Estaba bloqueado, y no podía avanzar, nunca antes le había pasado. Me pidió que esto no lo publicara, lo comentaba a título de colega. Era una historia de amores prohibidos y cruzados (yo me preguntaba: hoy día qué sería un amor prohibido).
Podría decirte que una historia común para los tiempos en que vivimos. Tanto él, Andrés, como ella, María, tienen cada uno una familia con hijos chicos. Se conocen a través del trabajo en una empresa con sede en varias ciudades. Comparten horas juntos; proclives a la seducción, juegan y en el juego se atraen. Pero María a su vez vive un amor secreto desde hace un par de años con Claudio; él también tiene su propia familia. Claudio trabaja en otra sucursal de la misma empresa. Es quien la ha puesto frente al error inicial. Quien, de algún modo, despertó aristas de su personalidad que desconocía, una cabida para el amor que no había imaginado antes. No tiene dudas, lo ama con todas las letras; lo anterior fue como una ilusión, un deslumbramiento que confundió con amor durante años, un rol que le crearon y que asumió para una película de pueblo, pero de esa ilusión nació una hija a la que adora. La energía de María se diluye, por un lado, en salvaguardar la máscara del matrimonio, que considera una burbuja para su hija, sin dejar de encontrarse cada vez que puede con Claudio, y, por el otro, en ser excesivamente eficiente en su profesión. Ninguno de los hombres se conoce entre sí. María está muy segura acerca de la intensidad de su pasión, sin embargo no deja de atraerle Andrés, con quien ha desarrollado una intimidad siempre a riesgo de ir más allá de una amistad llana. Alguien que vibra en una frecuencia diferente, en la que se reconoce y a quien puede confiar hasta su mayor secreto. Sucumbir a una nueva pasión la aterroriza, siente que la pondría al borde de la disolución de la persona íntegra que se creía, la imagen ordenada y cabal que fue construyendo de sí misma y que ya Claudio resquebrajó.
Una serie de acontecimientos pone distancia entre María y Andrés, pero el lazo se mantiene y es allí donde no puedo hacer avanzar la novela; los personajes empiezan a repetirse. El último capítulo la encuentra a María que ha viajado a otra ciudad, previamente ha realizado una serie de llamadas telefónicas y ahora está en una habitación humilde y sombría, donde la única luz entra por una pequeña ventana, se desnuda como si se desvistiese de sí y de su vida y se sienta frente a una mesa, enciende un cigarrillo mientras espera.
Bueno amigo, continúa diciéndome, el problema es que no sé a quién espera, si a Andrés o a Claudio. No puedo resolverlo desde hace más de un mes, los editores se impacientan porque tienen el lanzamiento programado. Creo que la pobre María se va a pescar un resfrío, en la medida en que yo no encuentre cómo continuar la historia.

4 Blogueros Apaches en la Feria del Libro Rosarina

No hay feria que no nos incluya ya ¿Exotismo o Fenómeno? ¿no seremos la pesadilla de J.P. Feinmann?
ver >>> EL Fantasma

10/25/2008

Signo Ascendente

Historia poco conocida sobre el Surrealismo en Argentina
Signo Ascendente

Rubia tetona y papafrita y negra incómoda

en Wimbledon >> ¿Dónde están mis papas fritas?

10/23/2008

GANGTER, la verdad de las palabras

"Parece no haber acuerdo sobre la grafía en español de esta palabra de origen germánico, que nos llegó a través del inglés. En efecto, el Diccionario de la Academia la incluye como gánster, mientras que el Diccionario de uso del español, de María Moliner, con la grafía gángster, la define como ‘bandido; malhechor que constituye con otros una banda’. El académico Manuel Seco, en su Diccionario de dudas, registra ambas formas, aunque señala como principal la que aquí utilizamos.El término fue acogido por la prensa en lengua española como reflejo de las malas traducciones de las películas de Hollywood, de modo que la etimología debemos buscarla en el inglés, lengua en la cual se refiere al que forma parte de una gang o banda de delincuentes.Gang proviene del noruego antiguo gangr, que lo tomó del verbo germánico ganggan ‘ir’ y de éste, el escocés gang, con el mismo significado. En escocés adquirió el sentido de ‘trayecto recorrido en una jornada’ y también de ‘conjunto de cosas cargado en una jornada’. Hacia fines del siglo XVII, gang era en escocés ‘un grupo de trabajadores’ y unos años más tarde, ‘un grupo de personas que actuaban en conjunto para un propósito dado, generalmente indeseado, incluso delictivo’."
(LA PÁGINA DEL IDIOMA ESPAÑOL - http://www.elcastellano.org La Palabra del día).

¿Prejuicios o Ideología? Está claro cómo a través de la historia de las palabras, encontramos, valga la repetición, la Historia. He aquí cómo el concepto de 'trabajadores' está asociado a 'delincuentes'. Es verdad, quién lo duda. Gracias a dios están los inversores; los políticos; los agentes del orden o de la ley; los terratenientes; los sindicalistas, toda gente de bien que nos defiende de los Gangter, o Gangster, y hacen de este mundo un lugar más digno y justo.

A la crónica le falta agregar, ya que hablamos del 'escocés', que también estos trabajadores eran alcohólicos, lo que contribuyó a su transformación ¿o será un pejuicio mío?

Filosofía de la ancha pampa

"En la vida nada hay seguro". En la Argentina, hay que multiplicar la sentencia por 28.

10/19/2008

SOPA DE CHAMPIÑONES

Inicial inspirador, luego de dadaístas y surrealistas, de convicciones creativas, Warhol era el referente que validaba nuestras acciones durante los fines de la década del 70, en una ciudad pequeña del sur de Santa Fe, como todas, un poco timorata y mucho de conservadora. Hasta inauguramos una exposición de arte popbre, cuyos elementos plásticos básicos eran papeles fotocopiados y pan duro, con el cual habíamos realizado algunas esculturas.
Años después, cuando los militares se dignaron a dejar el poder impulsados por su propio desmesurado fracaso (por más que nuestros políticos digan que fue una batalla que ganaron ellos junto al pueblo, la realidad que cualquier historiador serio documentaría es que se cayeron solos, de a pedazos), abandoné mi estado de confort y me fui a Rosario a trabajar y estudiar.
La democracia nos trajo al Austral como moneda, y una inflación nunca antes experimentada.
Siempre en los momentos de malaria, alguien te tira una soga. Yo tuve una hada madrina que en realidad era la madrina de una novia de esos años, que tenía un almacén de barrio (aún las cadenas de los grandes supermercados no habían aniquilado los emprendimientos de pequeños comerciantes). Entre las estanterías tenía unas latas de sopas de champiñones que vaya uno a saber cómo habían caído por ahí. Los chef de programas televisivos como Inutilísima o El Gourmet aún no habían iniciado la ciclópea tarea de pulir el paladar de la clase media argentina, por lo cual, una sopa de hongos no resultaba deseable para nadie, por más que fuese importada. Tampoco a mí, en situaciones normales, se me hubiese dado por degustarla, pero el hambre que pasaba, más lo barato de su precio, y un pequeño plus, me llevaron a preguntarle a Lisa (así se llamaba mi hada) el por qué del bajo costo. Me dijo: ‘no se vendió ni una lata, y dentro de poco vencen’. Le pedí que me las reservara, que todas las semanas le compraría algunas. Hizo algo mejor: juntó las latas en dos cajas y me las regaló.
Fue así que durante casi dos meses, el menú nocturno consistía en un tomate, una lata de champiñones marca Campbell y, eventualmente, alguna fruta. No había noche, frente al objeto vacío ya de utilidad práctica, que no hiciese un espacio a la evocación de Andy, y a Lisa, se entiende. Un lujo en épocas duras.

10/13/2008

HOY LLOVIÓ

Hacía tiempo que no llovía así, copiosamente. Este adjetivo lo debo haber sacado de una novela. Una sana decisión sería no utilizarlo porque la oración parece demasiado literaria. Al menos es lo que recomiendan los buenos escritores; la mejor literatura es aquella que no se parece a la literatura sino a la realidad. Puede que tengan razón, no lo sé. Pero me he puesto a pensar que ‘copiosamente’ es la palabra con la que adjetivé la lluvia al momento de hablar con mi esposa y mi madre acerca de cómo llovía hoy. Lo cierto es que a menudo utilizo frases de los libros en mi habla diaria, o giros verbales no muy comunes, que no tienen ya que ver ni siquiera con las traducciones actuales. Claro, he leído durante mucho tiempo libros baratos, de ediciones baratas quiero decir, cuyos traductores eran españoles, y lo fui incorporando a mi vocabulario personal. Es raro que no se me ocurra decir, por ejemplo,’ voy a por’, cosa que siempre me causó gracia.
¿Está mal que hable así? No quiero decir que hablo todo el día como si fuese una novela que alguien lee en voz alta, pero sí que buena parte de mis expresiones están anquilosadas. Después de todo, que yo haya escrito que llovía copiosamente, no está tan lejos de las recomendaciones de los popes ¿acaso no soy una persona de carne y hueso que habla de esta manera tan rebuscada?
Conversábamos sobre la lluvia y terminamos hablando de los diferentes tipos de techos. No es raro que derivemos en conversaciones que tienen que ver con la arquitectura, a mí me gusta construir casas, creo que ya lo dije en otra oportunidad. Hoy los techos de chapa se usan más que antes, aunque todavía quedan resabios de algún prejuicio. El costo de hacer un techo de chapa no es muy diferente que el de material o el de tejas, solo que todavía se asocia la chapa a las casuchas de las villas miserias. No quiero comparar, dije, pero a mí me gusta oír la lluvia en un techo de chapas, siempre y cuando no tenga goteras. Esa es la diferencia.
No dije qué otros recuerdos me trajo la lluvia.

10/12/2008

LO QUE NO CAE DEL CIELO

Aunque lloviesen objetos de lujo y regalos, como en la espantosa publicidad de la que doy cuenta en el post anterior, no serviría.
Las cosas deben venir de la tierra, y de otra humanidad.
Otra Muestra: >> Chaco bien adentro >> http://www.clarin.com/diario/2008/10/12/um/m-01780126.htm

10/08/2008

TODO LO QUE CAE DEL CIELO

1) Una evocación fantasmal >> Los vuelos de la muerte

2) No todo es llovizna. Dos años, parece que nada cambia, solo la rentabilidad. Ni el gobierno con sus organizaciones, ni el campo salvador de la patria cuyos patrones devienen en modernos piqueteros:

http://archivo.lacapital.com.ar/2006/12/09/region/noticia_349625.shtml
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/1-32167-2008-04-08.html

9/28/2008

RETAZOS

De a mendrugos / junto el ardor que has dejado / sobre la mesa, o en las paredes / donde el sudor nos ha escrito / goces diseminados en la ciudad / oscuros cuartos / que son / en la fuga / otros pedazos.

La lluvia levanta otro perfume y el horizonte desaparece / las sábanas rasgadas por tu ausencia / la gotera que suena en algún rincón / el olvido que desvanece la perfecta redondez de tus senos / el espejo que ahoga ojos que miran la lluvia / otra distancia / otra ventana / otra memoria / y algún eco que altera la cadencia de la gotera misma.

9/21/2008

DESCARTABLE

La mesa en la bisagra.
La mirada que puede ir al interior del local
o hacia la calle.

Me siento con la bandeja
El vidrio, limpio, impecable
La calle no, está sucia, el viento arremolina hojas y polvo
Un viejo se cubre los ojos de la tierra que vuela
Mientras se apura para no perder la propina del conductor
Cuando se vuelve levanta los ojos y mira hacia el local
No sé si me ve, quizá el reflejo del cristal solo lo muestre a él
Más desteñido: un hombre cansado que guarda una moneda.

Apoyo la bandeja y comienzo a separar los paquetes calientes
En el salón la mayoría de las mesas están ocupadas
Y la poca acústica del lugar ahoga la claridad de las conversaciones
solo ruidos, diálogos desmenuzados
La mayoría son adolescentes, o padres divorciados con sus hijos.
En el otro extremo un terremoto de chicos desmontan de a poco
Un pelotero.
Acomodo sobre la mesa un papel impreso
que hace las veces de mantel
lo barato sale caro, grita el refrán doméstico
Sobre el mantel reciclable desarmo el paquete lustroso
Donde humea un sándwich de hamburguesa, pepino y mayonesa
El cartón muestra las papas fritas y a un costado
Burbujea el líquido oscuro dentro del vaso encerado.

Mientras las manos se pegotean con la comida
el hombre detrás del vidrio cuenta monedas
las hojas se levantan embravecidas desde el suelo
y la tormenta se arma lentamente
pintando de gris la euforia del mediodía
reflexiono acerca del vacío que siento
de la lejanía de las palabras y las evocaciones
del diario que me habla en otro idioma
de las emociones que resbalan en la corteza que soy

Mientras mis dedos pringosos llevan los bocados
que mastico meticulosamente
la lluvia inicia su lavado finito, y las personas corren
cruzan la calle, se meten en los negocios
el cuidador de autos ha desaparecido
y me ha dejado solo, nuevamente,
con el menú de cáscaras flácidas y artificiales
que comienza a contraerse al costado de la mesa.

Ahora la lluvia es constante y plácida
logra hacerme olvidar la algarabía interna
miro la mesa llena de papeles y servilletas arrugadas
miro también mis dedos aceitosos
husmeo en mi vacío y no encuentro nada
salvo la misma pregunta de siempre
que podría traducir de muchas maneras
pero que yo sé, es la de siempre;
el interrogante que suspende, que fragmenta, que doblega.

El viejo vuelve
Se mira en el vidrio
Creo que me ve, o ve una sombra,
O eso que ve soy realmente.
Guardo el anotador, la página casi en blanco.
Solo algunos esbozos, también descartables.

Los dedos grasientos me recuerdan que he
terminado el ocasional almuerzo
me levanto y miro la mesa llena de papeles sucios y retorcidos
Siempre que vengo aquí
una vez cada tanto
siento el mismo asco.

9/19/2008

La Distribución de la Riqueza Argentina

Se abrirá una línea de creditos especial para la adquisición de unos departamentitos con vista a al río, de esa manera el gobierno K (sí, del PJ, ahora con -K-), pone de manifiesto su política de equilibrio de la riqueza.

9/18/2008

ARME SU PROPIA PRESENTACION DEL BLOG


A continuación un collage con fragmentos de los distíntos artículos utilizados por Jorge Dipré, en mi representación (finalmente no pude asistir), para dar cuenta de lo que anuncié: 'El Blog: la creación de un personaje' Armá tu propia presentación y después me contas...



“Rulfo define los personajes a través del diálogo entre los mismos, no apela a la descripción. El protagonista se define a través de este proceso, y en muchos casos, personaje y narrador se funden. Los campesinos de sus historias hablan con él, lo sustituyen, lo contradicen, provocando una vuelta de tuerca en el proceso narrativo como se lo conocía hasta la irrupción de Pedro Páramo.”

Dialoguito en los pasillos de Espacio Fenómenos:
--¿cuántos hijos tenés?
--Cuatro
--¿Todos con la misma mujer?


“Cuando hablamos de un blog individual, no un colectivo como podría ser Nación Apache, uno está tentado de afirmar que, aunque su titular coincida con una persona física, siempre hay un procedimiento, deliberado o no, que termina en la creación de un personaje.”

“Es casi un lugar común la sentencia que dice
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que los límites entre lo creíble y lo increíble, la ficción y la realidad, el sueño y la vigilia no están del todo claros. Tierra fértil para el juego de la ficción.
Si nos atuviésemos solo al plano de la literatura, pernicioso recorte porque la expresión es mucho más amplia, podríamos decir que un escritor concibe o crea historias y allí donde los lectores pondrán el foco de su atención en lo que relata, en la temática, el autor trabajará en el modo de narrarla, consciente de que la calidad de lo que hace está determinada por su efecto en el lector o en el oyente. O sea, estaríamos hablando de forma. Y es la forma lo que definirá la verosimilitud narrativa, hasta el punto de confundir a muchos lectores con la realidad. Podríamos citar ejemplos de cómo este requisito fundamental de la ficción incluso suele ser tematizado, pero creo que El Quijote es su expresión más divulgada.”

“Un efecto de realidad:
El 30 de octubre de 1938, Orson Welles y el Teatro Mercurio, bajo el sello de la CBS, adaptaron el clásico La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción de H.G. Wells, a un guión de radio.
La adaptación del libro cobró la forma de un noticiero, donde se narraba la caída de los contenedores de las naves alienígenas en forma de meteoritos. Los invasores derrotarían a las fuerzas norteamericanas usando una especie de rayo calorífico y gases tóxicos. En la introducción del programa se aclaraba que se trataba de una puesta en escena de la obra del H G Wells, y en medio de la emisión se volvía a realizar la aclaración. El propio Orson Welles hacía el relato, en tercera persona. Los oyentes que sintonizaron la emisión pensaron que se trataba de un noticiero real, lo que provocó pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey. Las redacciones de noticias, y los organismos de seguridad comenzaron a recibir llamadas de ciudadanos aterrorizados y desesperados, al punto de bloquear las comunicaciones, lo que aumentó la percepción de que estaban siendo invadidos.
El programa duró casi 59 minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiero, que terminaba con el locutor en la azotea de la CBS falleciendo a causa de los gases y seguía con la narración en tercera persona del profesor Pearson (una máscara de Orson Welles), que describía la muerte de los invasores.”

“De por sí, ya el término ‘ventriloquía’ nace de la efectividad de una ilusión: ventrílocuo, de donde deriva, significa, como todo el mundo sabe, el que habla con el vientre, pero está claro que nadie en el mundo es capaz de emitir palabras como no sea con la garganta”

“En síntesis, la existencia del blog es tan reciente que aún la RAE no incorporó el término en su diccionario. Como consecuencia de su explosión, aparecen normativas, debates acerca de si es un género, recetas, recomendaciones prácticas, manuales de uso, etc.
Lejos de estar consolidada su expresión, y dentro de una dinámica de cambios que parece ser una de sus características fundantes, no sería prudente hablar ya de una gramática del blog.”

Dialoguito en los pasillos de Espacio Fenómenos:
--¿cuántos años tenés?
--sesenta
--naaaaaa....
--bueno, el doble de los tuyos ¿cuántos tenés?
--veinticuatro.


(Marshall Mc Luhan: "el medio es el mensaje")

"el timbre, el tono, la intensidad, la entonación, el acento, la modulación, la velocidad y los intervalos son los matices que determinan el estilo de la radio".

“Para lo que nos interesa, podríamos acordar provisoriamente hoy, y aquí, para este acto, que ficción es una construcción, invención o recreación de un autor que ‘simula’ acciones o acontecimientos imaginarios que pueden tener o no semejanza con otra construcción, para mí siempre discursiva, a la que llamamos realidad.
Para que este escenario ficcional pueda sostenerse debe ser verosímil, creíble, y del único modo que se logra es estableciendo un pacto entre autor y público, un pacto, la mayoría de las veces no explícito, que acepta por real aquello que es lógica particular del relato. Pacto por el cual, la creación, sea del género que fuere, sigue funcionando.”

“Genera nuevas pautas de lectura: velocidad; novedad; brevedad y síntesis. Esto es particularmente importante, porque cierta práctica de la lectura modifica aspectos de la producción discursiva (un blog sin posteos periódicos tiende a morir, el autor se verá obligado a realizar ciertas elecciones: trabajar, como en la preceptiva del relato breve, el gancho de las primeras dos o tres líneas del post; no extender el texto más allá de lo que cabe dentro de un monitor, o resignar visitas y valorar aquellos lectores más tradicionales, capaces de abrir el link de expansión, o a los que visitan no el último post publicado sino que hacen un recorrido por los post más antiguos)”.

“Según Mariano Cebrián, "la técnica es tan determinante que se incorpora a la expresión como un sistema significante más". El mensaje radiofónico se produce gracias a una mediación técnica y humana, que expresa un contexto narrativo particular.”

“El carácter de entretenimiento fue el que se impuso, llegando a nuestros días, pero en mi opinión, algo de aquella perversión original (hay mucho de monstruoso en eso de hablar con la barriga), y una buena parte de ese lado oscuro, no se perdió. En el espectáculo actual, la sociedad muñeco y ventrílocuo, un juego de máscaras donde uno hace hablar al otro, no deja de tener un elemento perturbador. Más de una vez nos preguntaremos quién hace hablar a quién.”

“Profundiza la transformación, originada por los medios masivos, de la relación entre lo público y lo privado.”

“Jugando con las palabras, o no, podríamos afirmar que todo aquello que es mentira es ficción, o decir que es mentira todo aquello que represente, finja o simule ser ‘algo’, con lo cual nos meteríamos en una discusión filosófica que incluye hasta el carácter de la propia lengua que utilizamos, sobre la cual asumimos, no sin mucho de ingenuidad, que opera como representación, olvidándonos que ella misma tiene existencia real, en un mundo, entre comillas ‘real’. Digo: entre comillas porque el concepto de ‘realidad’ también es otra fuente rica de discusión filosófica.”

Máscaras: nadie ignora esta particularidad de internet, hasta el punto de que cada tanto aparecen recomendaciones para evitar engaños, estafas, manipulaciones. Me refiero a la posibilidad de enmascaramiento. Desde el e-mail hasta el chat (uno de los requerimientos para ingresar a una sala de chat suele ser definir un nick o nombre de fantasía), la utilización de seudónimos o directamente el anonimato, estuvo presente desde el inicio de la red de redes yo diría que como un elemento constitutivo. La atopía, ese no lugar, contribuye a reforzar esta condición; no se puede afirmar quién ni desde donde realmente se postea.”

“Como dijimos, Jorge Alberdi tenía una escritura, un modo de producirla; luego gestó un espacio, o una tierra virtual, si queremos llamarle así. No poseía una fisonomía, pero las múltiples imágenes de muñecos que fue utilizando en su perfil, daban una idea de algo mecánico. Librado al imaginario colectivo, se sirvió de la síntesis o el estereotipo que cada uno posee acerca de lo que es un ventrílocuo, en su condición, por lo menos, dual. Irían apareciendo una serie de temas, mientras descartaba otros; elecciones que también definen un carácter. Sobre el tejido de los comentarios a los post y sus respuestas, un personaje que debiera haber quedado, fiel a la preceptiva del relato breve, inalterable, paradójicamente comienza a modificarse. Sin embargo, le faltaba un tono, y lo encuentra en un relato sobre un ventrílocuo >> http://elventrilocuo.blogspot.com/2005/08/el-malvado-ventrlocuo.html

“En ese sentido hay roles claros, y la modelización de un muñeco tiene los rasgos principales de la creación de un personaje literario, o teatral.
Debe tener una fisonomía; un carácter, un habla y un tono, y se define contra otro y en un contexto, mediante el diálogo.”

Las visitas: están los visitantes estables y aquellas aves migratorias, lo que permite, muchas veces, volver a publicar un post y exponerlo a nuevas lecturas, según el carácter del blog (si es de actualidad periodística, por ejemplo, esa condición es poco probable). En la jerga se le llama refrito.”

‘Fingere’, verbo latino de donde proviene a palabra ‘ficción’, significaba tanto ‘mentir’ como ‘representar’

Dialoguito en los pasillos de Espacio Fenómenos:
--Le llamé impresentable porque no sé cómo se puede presentar un blog.


Jack Given dijo: “La radiodifusión o emisión no es simplemente una tecnología, o un grupo de ellas, sino una agrupación de prácticas sociales, culturales, comerciales, institucionales y industriales”.

“Para el caso particular del blog ‘El Ventrílocuo’ (siempre hay que hacer la salvedad de que el escenario es ‘virtual’, que impone una condición doble al rol de ‘autor’), he notado que Jorge Alberdi cambia según su conveniencia de rol: es autor; es el muñeco y es el ventrílocuo alternativamente. En ese juego de máscaras, es como que Alberdi no está en ningún lugar, o se está moviendo siempre de un lugar inequívoco. “

“El carácter de borrador: en buena medida, muchos blogs, como en el caso de El Ventrílocuo, son un reservorio de borradores de textos que aún no alcanzaron su expresión definitiva. Últimamente empieza a ser frecuente el paso a la edición en papel de los contenidos de un blog.”

Dialoguito en los pasillos de Espacio Fenómenos:
--El tema de la máscara es crucial, no es casualidad que algunas de las presentaciones de blog durante la semana se realizaran por personas con caretas o pasamontañas
--Sí. El caso de Fran Illich funcionó como una performance, pero en el de Tortiluchas, creí que iba a explotar, y sin embargo...
--No es sencillo presentar un blog ¿cómo se presenta un blog?


Lo importante: debe existir un pacto inicial entre muñeco; ventrílocuo y público. Los márgenes para la movilidad son estrechos, en el diálogo los mensajes deben ser precisos, rápidos, contundentes, y el feedback, instantáneo. La calidad del ventrílocuo está dada en la medida en que el muñeco deja la percepción del público en un estado de suspensión momentánea con la realidad. Todo está jugado en el logro de la verosimilitud. La calidad del espectáculo puede ser medida en términos del pacto: una credibilidad capaz de producir esta suspensión, y alargarla cuanto sea posible.”

“Un personaje se puede formular de muchas maneras, y las teorías acerca del cómo, no son pocas. Lo cierto es que, le demos las vueltas que le demos, un personaje es una construcción discursiva que pertenece al campo de la ficción y que en cada relato establecerá reglas particulares de funcionamiento, orientadas siempre a fortalecer la verosimilitud, el contrato entre escritor y lector, autor y público.”

“Enuncio algunas características técnicas a tener en cuenta:
Comentarios: la posibilidad de agregar comentarios, opiniones o generar un debate sobre un post produce un contexto que lo re significa. Esta particularidad no es menor.
Enlaces o links: la posibilidad de referenciar información mediante este recurso, que abarca desde la inclusión en el propio blog de un enlace a otros sitios afines o amigos; la ampliación de la información publicada, explotando el mayor potencial de Internet que es la intertextualidad, hasta la generación de un enlace permanente para que, a su vez, un post pueda ser citado ampliando su llegada.
Fotos y Videos: independientemente de que hay formatos exclusivos para la publicación de Fotos y videos, el blog permite incorporarlos, complejizando la significación del texto.”

“Para Cortázar solían ser hombres comunes al servicio de la trama. Personas grises asaltadas por lo imprevisto o lo extraordinario. La construcción era muy eficiente porque con esa apariencia de normalidad, de hombres y mujeres cotidianos, lograba una identificación inmediata en los lectores. Los personajes se Cortázar tienen mucho de marionetas, artefactos que cumplen algún acto en función de lo que más le interesaba al autor, el suceso y su mecanismo narrativo.”

“Así, la búsqueda de identidad en El ventrílocuo tiene una estructura de cajas: una caja contiene otra y ésta, otra. Ese descubrimiento sucesivo transforma el continente en contenido y viceversa.”

Dialoguito en los pasillos de Espacio Fenómenos:
--¿esas botellas de vino son para tomarlas ahora?
--No. Me las obsequiaron
--¿no vas a compartir? Para un bloguero no hay nada mejor que otro bloguero...
--¿Vos decís? En la red todo se invierte...
--¿sería una vuelta de tuerca original?
--No sé, pero contesto
--naaaaa, si internet terminó con un mito, es con el de la originalidad, nada de los que hagas o digas es único, abrí una de las botellas y brindemos.
--dale.

Otro Dialoguito en los pasillos de Espacio Fenómenos:
--Señor ¿qué es un blog?


(podría seguir con los fragmentos, pero creo que con esto basta)
JA

El blog como espacio de Ficción

"La experimentación con regímenes de verdad, con los pactos de lectura. La prosa breve, la posibilidad de publicación automática, la deriva permanente de una cosa a la otra, las totalizaciones heridas de muerte, la persecución imposible de la verdad, la novela por entregas. No sé. Hay que investigarlo todo, hay que atravesar todos los umbrales. "
Daniel Link, mañana en Fenómenos, Feria del Libro, Córdoba.
Ver nota completa.

Este muñeco se deja por mucho menos...

Una concursante de la última edición del Gran Hermano italiano, Raffaella Fico, de 20 años, subastará su virginidad por un millón de euros.
Me quedan unas chirolas de cuando trabajaba de Chirolita, pero no creo alcancen, así que ofrezco mi propia virginidad para recaudar fondos (hay que lustrar al muñeco...)

9/16/2008

hoy: Presentar es impresentable!!

Victoria Conci lo hará, incluso antes de que estalle!
NO SABE... ¡PERO CONTESTA! (blog contestatario). Martes 16/9 - 18 hs, Espacio Fenómenos, pb del Cabildo, Córdoba ciudad, Feria del Libro 2008, si se pierden, esto no es para ustedes!



9/15/2008

Un espacio FENOMENAL para El Ventrílocuo

Nuevos soportes para las letras.
Una feria de blogs atendidos por sus propios dueños. Así es el espacio Fenómenos, lo que se merece este siglo. Una muestra de los nuevos soportes para las letras. Escritores, artistas, periodistas, lectores y editores muestran sus caras en la novedad de esta feria, las nuevas tendencias que no deben quedarse afuera. Un mundo oculto en la red sale a la superficie en una ciudad sin subterráneo.
Con un espacio propio, ubicado en la planta baja del Cabildo y equipado con computadoras con acceso a Internet y un living de lectura. Mejor que un cyber, mejor que en tu casa: internet en VIVO.

El Ventrílocuo : la construcción de un personaje.
Presenta: Jorge Alberdi.
Modera: Jorge Dipre.
Espacio Fenómenos, Cabildo Histórico de Córdoba
Ver progama completo > Fenómenos

9/13/2008

Novelas / Fragmentos

Mi dificultad para escribir novelas. Acabo de descubrir que sueño novelas enteras. Me desperté sabiéndolo, con toda la conciencia de una trama completa y equilibrada. La fugacidad es atroz. Me permitió asociar las otras veces que me desperté así y el viento del día se llevó el sueño, la novela, a otra parte. Ahora, con ese ojo alerta, reviso lo que he escrito y compruebo que son fragmentos aislados de esas novelas.

Soy Multitud

Me pierdo de vista en el gentío que soy.

9/01/2008

FRAGMENTO

(...) Nos acercábamos para cargarnos porque éramos un gran condensador humano de energía pasional. La pequeña distancia que nos separaba, la cultura, el dieléctrico que día a día se afinaba y potenciaba aún más la energía. Cerca, casi mamándonos el aliento, quietos, expectantes. Inevitablemente el aire se enrarecía y olíamos el ozono de una chispa que se anunciaba. El silencio, hay que decirlo, el de las tormentas, es un silencio parecido, es una situación parecida. Inevitablemente, algún chispazo. La descarga del condensador, la culpa, la muerte, el ciclo que comienza nuevamente y busca su destrucción, nacer en otro ser, de otra manera, de madera, de olivo, de olvido, continuo, un solo ser los dos, para evitar este dolor, la felicidad de este dolor, la felicidad de ir cargándonos poco a poco para estallar algún día.


Cada uno era lo que el otro había perdido, algo de lo perdido, del sueño, o de la realidad, de un tiempo primordial imposible de conocer. Ahora recuperado. Hallar lo perdido a fuerza de perderse; debimos perdernos para encontrarnos. A lo perdido se accede cuando se lo excede. Acceso y exceso (la fuerza, el centro, lo que late, en fin, el fin, encuentra las formas para nombrarse). Y la felicidad de la entereza, con la angustia: perder otra vez lo perdido es la muerte. Nuevo miedo; no sabíamos y creíamos saberlo todo.


La humedad de Lucía, la humedad. Aún puedo verla y quizá (sí, lo hace reiteradamente, aunque el velo, esa tristeza de la que ya no podremos desprendernos...) ella pueda verse detrás de gruesos troncos descascarados, surgiendo, sumergiendo su desnudez en las hojas secas. Desnuda para el otoño, crujiente, desnuda para mí, desnuda para ella y para sus propias manos, para sus dedos, para el segundo que guardaré, que guardaremos porque no habrá otro, no lo habrá. Su humedad en la piel, su humedad en los ojos, castaños, azules, del color de la noche, del color de la plenitud.


Perder lo perdido encontrado: morir para la vida, morir para la muerte. (...)

8/27/2008

Historia de una lamentable farsa


No me queda más que afirmar que nada de lo que dice la nota es verdad. Me siento moralmente humillado, reducido a la categoría de un mero objeto sexual.





8/26/2008

La confusión es clarísima

La miseria alegra la contemplación
El escudo agrieta el ser
La devolución afirma el alma
Las bestias sugieren un paraíso
El espanto arma envoltorios de regalo
La ciudad es de piedra
La claridad del día enaltece las estrellas
El camino sinuoso empieza en la mujer
Los desperdicios de la euforia corrompen el músculo
El espacio es deshabitado por el tiempo
La incertidumbre fija el precio más alto
Los esfuerzos se licuan en una presencia
La mirada no puede faltar
El rebote del odio salpica las ventanas
En el techo no hay nada
Y tal vez todos hayamos sido músicos
Las cosas tienen saco
La red es imprecisa como la vida
No hay mascotas de dioses
No hay tronos que ensangrentar
Los labios se editan
Y todo sigue con mínimas diferencias.

8/24/2008

ANDREA, o ese pequeño acto de prostitución diario

Llegué a la oficina y mientras me sentaba ya estaba discando el número de uno de los bares que ofrecen el servicio de cafetería en el edificio. Antes de ocuparme de los temas del día, antes de abrir la agenda y zambullirme de lleno en esa vorágine indefinida que llaman ‘gestión’, di el habitual paseo por los blog de esos amigos desconocidos que uno fue gestando durante el último año, para terminar en el propio, constatando cuántos navegan después de las tres de la madrugada, que fue cuando cerré mi conexión en casa.
Ya me impacientaba –no puedo desprenderme del aliento del puro de la noche si no bebo una taza de café– cuando un muchacho desgarbado, con algunos pelos azules mal disimulados por el pegote que le aplastaba la cabellera al casco, en un vano intento de parecer prolijo, golpeó tímidamente la puerta entornada de la oficina, con una bandeja en la otra mano.
Me quedé mirándolo hasta que comprendí que traía el pedido.
–Pasá. –dije de no tan buen modo.
Con un no muy efectivo intento por disimular su inexperiencia en tan noble oficio, depositó la taza mediana de café y el vaso grande con soda sobre el escritorio negro y me preguntó si me servía azúcar o edulcorante. Respondí con la célebre frase que heredé de un gordo amigo, que suele sentenciar a la hora de la sobremesa y luego de una histórica bacanal, ‘una caloría menos, es una caloría menos’.
Pagué los $ 4 por el servicio y el muchacho se perdió entre las oficinas del pasillo, llevando el resto de los pedidos.
La mañana se deshizo en breves minutos. En algún momento la figura de Andrea apareció luminosa enmarcada en la puerta,
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abriendo su otra puerta; una sonrisa franca y hasta un poco pícara, una sonrisa como las que tienen esas mujeres que saben de su influjo sobre el entorno y pueden regularlo con cuentagotas, dirigirlo como un misil hacia un blanco determinado, o enarbolarlo como la más infranqueable de las murallas.
–Permiiisooo... –dijo mientras avanzaba hacia el interior y la luz de los ventanales del pasillo contrastaban la sinuosidad de su figura, mal encubierta por ese guardapolvito blanco de moza.
–Vengo a retirar la vajilla.
Y mientras la miraba en silencio, ella levantó el platito y lo depositó en la bandeja, acomodó encima la taza, recogió el vaso vacío y tuvo la delicadeza de limpiar la superficie del escritorio con un paño. Yo seguía mirándola, y ella seguía mis ojos, sin dejar de sonreír.
Cuando se estaba por retirar, el pregunté
–¿Por qué no me trajiste el café personalmente?
Por un instante abandonó la llave que le abría todos los caminos y se puso seria.
–No pude venir, tenía otros pedidos que entraron antes, así que el dueño lo mandó a José, el chico nuevo, para que atienda este piso. Pero fui yo la que se ocupó de que le llegue como se lo traigo siempre: bien caliente, mucho café y un toque de leche. ¿Por qué me lo pregunta? ¿No lo trajeron así?.
Nuevamente segura de sí, recuperó el gesto que encendía su cara hasta opacar el brillo de esos ojos marrones y grandes.
–No. No pregunto por eso. –me quedé un segundo buscando las palabras y continué–. Sentate. Vamos a hacer unos números. Nos va a ocupar apenas unos minutos.
Un poco incómoda, dejó la bandeja sobre la tabla y se sentó en la silla frente a mí.
–Primero –dije con algo de solemnidad, como si fuera a revelarle un gran secreto– quiero que pongamos algo en claro. En este piso, la mayoría de los que piden el desayuno son hombres. El servicio lo ofrecen al menos tres bares, pero casi todos solicitan el servicio del bar en el que trabajás. Los otros ofrecen lo mismo, con la misma calidad, pero a menor costo y además incluyen algún tipo de adicional; galletitas; escones; jugo artificial en lugar de soda... Sin embargo siguen prefiriendo el servicio que vos les traes habitualmente ¿Por qué creés que eso ocurre?
– ... –parpadeó
–Te lo voy a decir sin vueltas. Debés tener entre 19 y 22 años, sos atractiva; simpática; entradora. Tenés una figura que despierta un caos de deseos. Casi todos esos hombres pagan la diferencia para que el desayuno se lo traigas vos. Y ese es mi caso. No importa que yo te doble en edad; pago para verte, para intercambiar algunos escarceos verbales, ‘el chichoneo’, como se le suele decir. Para verte llegar, sonreír, para ver cuando te vas. Para olvidarme sabiendo que en algún momento volverás a entrar en escena a retirar la vajilla. Un juego simple que dura el tiempo que tardás en dejarme el café, y del que te creo plenamente conciente. ¿Se entiende?
–Si, creo que sí, aunque no me guste mucho... –balbuceó mientras los colores le subían a la cara y unos rulos se le soltaban sobre la frente haciéndola más bella.
–Sé que te puede resultar duro, pero podemos decir que este contrato no escrito se parece a la prostitución, y quizá lo sea. Nuestro pequeño acto de prostitución diario. Pago de más para verte. Pago ese adicional que no está relacionado con el café sino con tu persona.
La situación resultaba extraña, percibí cómo todos sus músculos se tensaban, comenzó a restregarse las manos húmedas. Mordió el labio inferior y miró hacia la pantalla de la PC. Me apuré para no desbaratar definitivamente la situación, o para tratar de retenerla antes de que lagrimeara y saliera corriendo por el pasillo como si la hubiese violado.
–Pero no hay por que ponerse mal, hay que tomarlo con naturalidad –insistí– ocurre a diario, en cualquier tipo de negocio. Algo de esta pequeña prostitución aparece casi siempre en cualquier transacción, y muchas veces excede la simple oposición sexual. No creo que te mancille, que te ensucie, es algo que, en definitiva, hay que saber utilizar. Para nuestro caso puntual, la cosa es así: cada vez que solicite mi café, me lo traés vos. Si no podés, ocupate de hacérmelo saber. Ese día no desayunaré. Si no te gusta, me lo decís ahora, y terminamos el ‘contrato’. No será lo mismo, pero me ahorraré unos pesos a fin de mes, aunque la cara del mozo del otro bar me sea tan indiferente como la infografía del cuadro en la pared. Te digo más. Te voy a decir la verdad –lo cual era una mentira–, quizá hasta deje de tomarlo. El café no me gusta, comencé a pedirlo cuando viniste a ofrecerlo ¿soy claro?
–Clarísimo– me respondió, tratando de reacomodarse y forzando una nueva sonrisa.
Después se paró, recogió la bandeja y nos saludamos cordialmente. La mitad de la mañana ya había transcurrido.
Le di vueltas al asunto unos minutos mientras leía un acta de acuerdo de transferencia de recursos entre sectores de la compañía. Recibí gente de Administración que me hizo llenar un formulario para un trámite de certificación de firma. Mi jefe me llamó rabioso por un desvío en uno de los objetivos. Amenazó con enviarme a otra sucursal de menor categoría en otra ciudad (la amenaza me pareció más una oportunidad que un castigo) si no lograba revertir la tendencia en los próximos meses.
Sobre el mediodía, el marco de la puerta de la oficina volvió a lucir la figura de Andrea, esta vez sin bandeja. Se quedó en el umbral sonriendo con sus ojos chispeantes, más chispeantes de lo habitual, divertida. La miré y sonreí como diciéndole ‘¿y ahora?’
–Como los otros bares ofrecen el almuerzo, el nuestro decidió también incorporar ese servicio. Estoy recogiendo los pedidos; se puede elegir de entre cuatro menús ejecutivos, es un poco más caro –y remarcó, dejando ver en toda su amplitud el arco de sus labios carnosos y húmedos: pero en su caso exclusivo, si decide tomarlo, lo traeré yo misma.
Me quedé admirándola unos segundos, envuelta en ese halo de luz de mediodía.
–No –dije sonriendo– no suelo almorzar, pero no dudes en avisarme cuando puedas ofrecerme el servicio de la cena.

8/18/2008

Nuevos Soportes Para Las Letras



Por ahora, para ir tomando conocimiento...

AFUERA EL MUNDO ES IMPRECISO

Mientras tras la puerta el cielo volaba en astillas de lo que alguna vez fue y el humo aterciopelaba cualquier imagen nosotros nos acariciábamos hasta sacarnos sangre como si nunca el sol hubiese impregnado nuestros cuerpos con sus rayos. La muchedumbre se agolpaba en las calles, consumida por estímulos encontrados y arrebataba los escaparates de los shoppings para llenar el vacío existencial. El ruido confundía hasta el calor de las expresiones y los cuerpos eran monigotes de un ubicuo vaho de frenesí; las máquinas doblegaban su destino original hasta anular los sentidos de sus dueños. Podían caernos las peores bombas, no por eso dejaríamos de hundir nuestros dedos, regurgitar la humedad hasta que un solo río corriese por espaldas dobles. Las palabras ya no tenían sentido y mi mano se enredaba con el rubio volumen de tu monte; tus dedos hurgaban mi farol que incendiaba el cuarto, emitía su luz en pulsaciones, oscilaba bajo la precisión doméstica de tu mano que izaba y bajaba una bandera de placer, escribía casi sobre tu vientre un código ancestral con tinta que la mañana borraría antes de que los vidrios estallaran; el piso se hundiese y el techo finalmente sepultara el interminable éxtasis. Me mirabas en el espejo oval, te mirabas artera en él y abrías tu espesura para que devolviese el gesto. Las figuras se repetían, pero eso no era lo importante: de regeneraciones está hecha la delectación, y de gestos, el amor. Como una pantalla a medida, la oscuridad brillante de tus orificios desmenuzaban los minutos y el telar que se hundía a cada movimiento impregnaba como una pintura extraña, implantada en sombras, jugos y deslices. Las paredes temblaban un poco, quizá en resonancia con la frecuencia que requiere Onán, o plagiando la turbulencia de la guerra, queriendo irrumpir y resquebrajar nuestras oscilaciones, secar la baba que lubrica el ardor, domeñar las encontradas lenguas.

Afuera, el mundo es impreciso, y la multitud una tentación. Como en una película que se quema sobre el final, el blanco enceguece, y devora la variedad. No habrá otras oportunidades, la locura es un cáncer que equipara todo, y tanta igualdad no es más que el desierto. Antes de estallar mutuamente, el silencio, el último gran silencio, nos envuelve en generosa intimidad.

8/17/2008

El Otro Muñeco

Hablando de ventrílocuos...

8/12/2008

Cartel del Cartel de la Novedad

Esparce el esperma gráfico las cíclicas novedades como astucias aniquiladas en su propia sutileza, un cartel del cartel. Violencia que se vende como manteca y en el techo no hay nada, no hay. Horizonte que se abre hacia un cielo que no existe y en serie las nubes se cubican. Desandar la aduana del dolor sin placer. Oid mortales el grito sagrado. La especie se ahoga ahora y la lluvia no dejará títere con cabeza. No debió la página abrirnos juego, las imágenes se plagian, el rubor es solo un color, el arco del triunfo de esas piernas es uno y todos. El pubis delicado y esplendoroso, estetizado y ofrecido en su eternidad de deseo. La novela está siempre terminando, y el soplo del viento barre solo las hojas. Los números son ambiguos, tanto como las palabras. El resto es himno. Nosotros, un acorde desafinado un día martes de agosto.

Nación Apache: Jornadas Culturales


Ciclo de debates a realizarse los miércoles 3, 10, 17 y 24 de Septiembre / 1 y 8 de octubre.
Temas: Lo escrito y el futuro de la cultura. Transmisiones del saber: los desplazados de la educación, políticas de dispersión, operaciones de comunicación, lo banal. Las artes y la conjugación tecnológica. La experiencia colectiva: tribus y territorios, escritura y disidencia, políticas del silencio. El futuro como ficción: destinos postindustriales y destinos individuales, el sujeto del futuro, el borde sudamericano. Dos años de Nación Apache: la cultura como ámbito gratuito y colectivo: los blogs, de lo virtual al papel... + >> http://www.nacionapache.com.ar/archives/2327

8/09/2008

Festival RESONANTE




8/03/2008

EN LA REGION DEL AIRE



Yo te beberé, yo te conducirá a la muerte,
pero antes haré que conozcas todos los placeres del amor”
del poema “Lililth” de Carmen Bruna

"Alado soy, y no por propio deseo sino porque los femeninos lazos, que leves me envuelven en un abrazo, zumbantes me remontan entre velos. Mojadas sábanas en miel abismo, ésta cae de paralelas bocas, borbotante dentro de mi boca y rebosa los labios no ya míos sino de otros labios, distintas lenguas. Tenues surgieron anhelando anhelos, desdobladas por arte y convergencia de rígido manantial y narciso. Cerca de la luna el lecho tendieron donde soy su néctar y son el mío. "

Capítulo 9 de 'del Señor S solo sueños', J Dipré y J Yakoncick

MALDITOS JUEVES!!, en Córdoba

"En agosto, el ciclo de artes visuales, literatura y música "Los jueves malditos" reunirá en el edificio de La Rioja y General Paz una selección de propuestas estéticas disidentes, con un criterio de convocatoria que copia de los hormigueros la idea de un caos eficiente. Una ensalada de hermosas abominaciones culturales pondrá en escena algunos de los lados oscuros de la ciudad sin puerto. Iván Ferreyra, director de Recovecos, ideólogo del blog Un mundo sin Jorges (http:matemosajorge.blogspot.com) y autor de la novela El resentimiento, está detrás de escena, en un lugar que parece elegir para hacer que, a pesar de sus ausencias, en Córdoba pase algo."

7/25/2008

Niebla Virtual

Ya estoy desapareciendo
En los intersticios del diario
En la socavada realidad de los pixel
En la abundancia de los títulos
En el desierto del brusco despertar
En un amor sin piel

7/12/2008

NOTICIAS DEL DÍA

Otro micro choca y mueren sus pasajeros
Muchas cosas ocurren en las rutas argentinas
El Papa vuelve a anunciar que pedirá perdón
por los abusos sexuales de los sacerdotes
El Presidente pide a los intelectuales que lo apoyen
frente al conflicto del campo
Los ruralistas insisten en movilizarse
Algunos intelectuales los apoyan, virtualmente.
La izquierda, cansada de bregar por la reforma agraria
Apoya a quien sea, siempre y cuando no sea al gobierno
Una líder surgida de una provincia pobrísima, donde ya no lidera nada
salta de aquí para allá aunque los pobres
sigan siéndolo en su propia, chacoteada provincia
a la que ya no volverá porque, la verdad, la miseria le produce gastritis.
Se suceden cadenas de emails y se dicen las mismas palabras:
‘oportunidades que se pierden’. Hemos perdido tantas.
Todo el mundo dicta lecciones, mientras
máquinas monstruosas con monstruosas ruedas
se alinean a la vera del camino
Muchas cosas ocurren en las rutas
El índice de inflación indica descarnada manipulación.
Yo
recuerdo uno de los ríos que cruzan la ciudad
como otras rutas
luego de que las grandes lluvias pasaran
—¿Aumentó mucho el caudal en el verano?

Se lo puede ver claramente cuando baja
—¿Cómo cuánto aumentó?
Hasta la altura del borde donde dejan de verse,
prendidas a los yuyos, a las piedras,
bolsas de plástico, zapatillas viejas, latas y otros restos

7/01/2008

PLUS

Hace algunos años publiqué una novela corta. El original contenía una serie de notas, inéditas, a las que denominé 'PLUS'. Funcionaban como claves del relato principal y aparecían en la voz de Lucía (cuyo nombre se transformaba en Sofía a medida que el personaje evolucionaba); en la de un hombre (El), en la de otra mujer (Ella) y hasta en la del 'Autor'.
A continuación transcribo el agregado:


LUCIA/SOFIA:
Tuve una amiga en el colegio primario. Seguimos siendo compañeras en el secundario, y nuestra amistad se profundizó; nos contábamos todo, pasábamos gran parte del día juntas y llegamos a parecernos de tal manera que la gente nos confundía. Nunca sentí por ella lo que se dice una atracción sexual, o no me daba cuenta. Cuando teníamos quince años viajamos al extranjero invitadas por una tía de ella, durante casi tres meses compartimos todo: desayunábamos juntas, salíamos, por la noche nos quedábamos largas horas hablando a oscuras en la habitación, no recuerdo ningún hecho que no estuviese justificado por nuestra gran amistad, ni siquiera el hábito de bañarnos juntas. Después la vida fue alejándonos poco a poco. A los 20 años, reflexionando nostálgicamente sobre nuestra amistad, se me ocurrió que la gente, al vernos, debió pensar que éramos lesbianas.


EL:
Lo recordé algún tiempo después, y no es que lo tuviese verdaderamente olvidado, no estaba en el rincón oscuro y luminoso del inconsciente. Yo diría que lo tenía allí, opaco, desprovisto de uso, de valor (en apariencia). También creo que las veces que lo traje a la conciencia fue con otros fines, mucho antes de que mi vida cambiara radicalmente. Ahora, quizá, le doy un valor excesivo.
Yo tendría unos once o doce años y era apenas un poco más grande que el resto de la barra de amigos.
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A un costado de mi casa había una gran carpintería que pertenecía a un organismo estatal. Los obreros hacían horario corrido desde muy temprano y por la tarde invadíamos el solitario lugar que, para nosotros, era una especie de parque de diversiones gratuito y oculto. Allí nadie nos vigilaba, esa libertad convertía todos nuestros juegos en fantásticas aventuras. Con nosotros siempre estaban dos chicas del barrio: Estela vivía frente a mi casa, y era la que se encargaba de conseguir cigarrillos en un kiosco donde la madre tenía cuenta corriente; Andrea era la hermana menor del gordo y no siempre participaba de nuestros juegos. Alguna vez estuvimos solos con Estela cosa que ocasionó nuestros iniciales juegos sexuales. No recuerdo haber tenido experiencias previas, pero ella algo sabía porque había intentado con un primo que vivía en el campo. Nos desnudábamos sobre unas tablas que tenían la apariencia de largas mesas y allí nos prodigábamos todo tipo de caricias y besos. Recuerdo que lo que más le gustaba era agarrarme con toda su mano el pene (por ese tiempo yo había descubierto su prodigiosa variabilidad) y apretarlo hasta que las venas se hincharan y latieran, y la cabeza se tornara de un morado azulino. Fracasando en la penetración nos conformábamos con una refriega que nos ponía la piel al rojo vivo. Sus pechos eran apenas dos botones incipientes y oscuros que se ponían durísimos e inquietos cuando les pasaba mi lengua y los llenaba de cosquillas.
Un día vino también Andrea y Estela quiso mostrarle nuestros juegos, saqué mi juguete que antes de salir ya se había puesto duro y grande,
cosa que de inmediato la asustó. Estela insistió y logró que Andrea se bajase la bombacha, pero fue necesario que primero se la sacase ella. Andrea no tenía el mismo desarrollo que Estela y el pubis apenas si dejaba ver la sombra de un vello rubio y transparente. Después hizo que me lo agarrara. Por un momento sentí las cuatro manos sobre él. Estela me besó como para mostrarle cómo debía hacerlo, Andrea tenía los labios fríos y rígidos y no permitía que yo le metiese la lengua, mientras tanto sus manos apretaban mi juguete ayudadas por la mano de la otra. El miedo (y un poco la timidez) comenzaba a desaparecer, pero aún se la veía medio dura parada ahí, con la bombacha arrugada a la altura de las rodillas, cosa que entorpecía sus movimientos y la hacía algo ridícula. Yo me había reclinado en una pared y quería que se apoyase, pero mi juguete la daba miedo, decía que eso le dolería, Estela le decía que no, que era lindo, que daba como una cosquilla, y le mostraba cómo lo hacía ella, después la tomaba del brazo y la arrastraba contra mi cuerpo. Cuando comenzamos a refregarnos con confianza dijo que sí, que quería probar. Entonces fuimos hasta donde estaba la mesa y le enseñamos cómo debía ponerse. A mí, en ese momento, me daba un poco de miedo porque me parecía que, al ser más chica que Estela, realmente le podía llegar a doler. En ese momento oímos la voz del hermano que venía a buscarla, alcanzamos a vestirnos a tiempo, pero el gordo sospechó algo y se la llevó de mal humor (desde ese día, siempre que él se iba se llevaba a su hermana).
Nos quedamos un rato más, solos; volvimos a desvestirnos y seguimos jugando, en un momento sentí como que una barrera cedía, y Estela gritó.


ELLA:
Mi tía tenía sólo dos años más que yo, fue ella quien me enseñó todas las cosas de la vida. No sé si supo la importancia que su imagen tuvo para mí. Recuerdo que su risa, o mejor: un gesto a medio camino entre la risa y la carcajada, lograba extasiarme. Era el prototipo de la belleza y la desenvoltura, a su lado yo era una chica torpe y tímida. Los fines de semana generalmente los pasaba en casa y lograba convertirme en su sombra. Dormíamos en la misma cama ya que no había otra, aprovechábamos esa ocasión para contarnos todo aquello que no debían escuchar los mayores, aunque debo reconocer que la que abundaba en secretos era ella que, durante la semana, se veía con un muchacho de un curso superior. Me contaba todo lo que hacía con él, y como yo no había tenido experiencias con ningún varón, trataba de hacerme sentir lo que ella sentía cuando la besaban, o acariciaban. Murió muy joven de una enfermedad desconocida, fue toda una conmoción para la familia, pero para mí fue terrible. Su ausencia se potenció y tardé mucho tiempo en acomodarme a esta soledad; sobreviví, y creí que podría prescindir de su estrella. Después ocurrió lo que ocurrió en casa y decidí que no debía soportarlo, y escapé.


AUTOR:
* El conocimiento sobre uno mismo comienza por el autoerotismo. Toda extensión erótica posterior es una mirada sobre los demás, una búsqueda, una manera de conocer, mirada que nos devuelve a nosotros. En ‘Memorias de Adriano’, de M. Youcenar, encontré reflexiones que apuntalan estas ideas, estas intuiciones. En la Biblia hay expresiones tales como fulana no había conocido hombre; todos sabemos a qué refiere ese ‘no había conocido hombre’, pero ¿qué significa?
* Recuerdo siempre una escena que vi hace años en la película ‘El Ansia’, no sé qué me provocaría si la viese ahora. Dos mujeres, la imagen trata de dar cuenta de lo que siente una de ellas (la víctima) y lo que verdaderamente ocurre; se besan, se acarician entre velos (posiblemente mi recuerdo no coincida puntualmente con el filme), una muerde a la otra. Un plano me dio la impresión de una dulzura, una ternura sin límites, el otro ahondaba en la morbosidad, tal vez el contraste fijó esa imagen para siempre.
* Un texto, un viejo borrador de un relato de ciencia ficción que intenté hace unos años, ‘Beatriz Llueve’ (larga historia la de las Beatrices en la literatura de Occidente). Se anunciaba el advenimiento de computadores de gran poder basados en algo que los especialistas llamaban memoria líquida. Imaginé, entonces, un apocalíptico mundo de posguerra con largas peregrinaciones de sobrevivientes en busca de agua. Mi personaje, una especie de vagabundo, encuentra, alborozado, una laguna y se baña en ella. La pequeña laguna era una mujer artificial que se enamora de su bañista, lo excita hasta que es descubierta. Él evita lo imposible de tal relación, se va, pero su deambular es sorprendido por una lluvia (al igual que el hallazgo de la laguna, esto es algo fuera de lo común dentro de la lógica del mundo en que le toca sobrevivir), el caminante piensa si acaso esa lluvia no se llamará Beatriz.
* Si Lolita, de Nabokov, además de deleitarme, me hizo pensar en las enormes posibilidades formales de la prosa (gran mérito del traductor que logró volcar a otra lengua parte de aquello que de antemano se considera perdido), Ada, or Ardor (traducido al castellano como Ada o el Ardor, inevitablemente traicionado el juego fónico del original) me conmovió profundamente. Si bien la obra disparadora de este relato, para ser honestos, fue una trasnochada lectura de ‘Lo Imposible’, de Bataille, ahora creo que la potencia de Ada... merodeaba.
* El personaje novelesco... Luego del estereotipo, el personaje de la novela era aquel que en base a los distintos acontecimientos evolucionaba. Es decir, la fábula imponía los cambios en su carácter. Más adelante el realismo lo puso en su clase, lo dotó de un habla que lo diferenciaba, lo marcaba y nuevamente lo metía en el corsé del estereotipo (el propio Borges dijo alguna vez que le dieran una manera de hablar y ya tendría un personaje). Particularmente creo que diariamente adaptamos nuestro discurso a las situaciones, a los lugares y en relación a nuestro interlocutor. Llevado a la literatura (que siempre persigue lo real, aunque no lo alcance) el personaje se define siempre en relación a otro, y alcanza todo su relieve respecto de un tercero.
* No quería escribir versos
No quería escribir prosa
Escribí...

6/16/2008

MIL MUJERES

Quizá tuve la decencia de no comentarle nada, no lo recuerdo, no siento que haya sido claro y sin embargo, conociéndome, debo haber oscilado entre el deseo arrebatador de vengarme y la impiadosa frialdad de callar la boca como si esa ética íntima fuese otro dardo, mucho más sutil, mucho más eficaz. Ella se fue, como dije, espero, creyendo en mi derrota, y yo debo haber volcado algunas lágrimas de cocodrilo para luego encerrarme en la bohardilla y precalentar mis dedos hasta dejar que la poesía fluyese libremente mientras que por la ventana las imágenes de una ciudad que se muere lentamente me distraían, o distraían las otras imágenes, aquellas en donde la piel sedosa caía por las curvas de su cadera mientras mis manos obtenían todo su placer y mi boca escribía una oda monumental al amor. Quizá el amor no sea el amor mítico sino apenas lo que queda luego del deseo, y en esos momentos evocados yo no la amaba, solo la deseaba.

Los ciclos de la abstinencia me traerían de nuevo a las lluvias de verano, y los senderos de las galerías de cuadros muertos me permitirían encontrar otro refugio para el ardor, una voz cascada antes de estallar bajo este desconocido, ahogada en los propios cabellos que rodean el frágil cuello y el aliento que sube hasta el techo y allí anida una mancha de humedad que luego indagaremos buscando símiles como cuando los niños se reúnen en un rincón del patio y se sientan a imaginar debajo de las nubes.

Lo cierto es que las palabras volvían sobre sí cuando ya te habías ido, triunfante, con tus cosas subidas a un taxi hacia la estación de trenes que te llevaría vaya uno a saber dónde, pero lejos, lejos de aquí, de estos cuartos secos, de esta inmensidad que es la locura, de este amor que es el orden mortal al deseo, su astringencia, su esbeltez equilibrada, lejos de este lugar donde yo tejía los más crueles versos en los que te reconocerías algún día y reconocerías, también, la dura verdad, en ese acercamiento de miradas, humedades e imágenes de manos, senos, siluetas contrastadas a la rigidez de las líneas estrictas y cabelleras como colores tiene el arco iris, como fraguas pueda engendrar el brío, la desesperada búsqueda de otra dermis en la cual envolverme hasta fusionarme.

Morir embanderado en los ojos de mil mujeres, acunado en los pliegues siempre cálidos y diferentes del devenir. Morir ahíto sin doblegarme a otra moral que no sea acariciar la aspereza de la novedad sin dejar de homenajear el roce pasado.
Ese, mi único destino y anhelo.

6/12/2008

¿Podremos cambiar?

Uno tiene la permanente sensación de que todo se está yendo a la mierda siempre, quizá este didáctico video sobre la historia de las cosas (la historia del consumo, digamos) nos lo confirme. Son veinte minutos que valen la pena (sí, la pena).

6/07/2008

LAS SÁBANAS AJADAS

Los ojos me devuelven al estiércol de la matina, al estéril tapiz de la mañana doblada por la neblina. Como ánimas las manos animan el fuego en torno al cual los monjes de la intemperie y los perros se calientan y descubren el olor picante de las ramas quemadas, la efervescencia de la yerba mate, la urgencia de la garganta, el escozor del tabaco rancio y el prurito de la sarna. Los muelles desencantan su muerte, el sonar del agua que baja invisible llevando olvido y esperma tan lejos como sea posible. Después la calleja se abre para engendrar bicicletas montadas por seres desflecados y encubiertos cuyas arrugas condensan el agua que corre como por canales o surcos confundiendo sales, intercambiando lágrimas, lluvia y transpiración. El sabor del orégano descansa en el fondo de la lengua entumecida y los músculos sueñan con una balsa que se deja empujar por el mar, a la deriva, como la voz de los descabezados por las explosiones en el Líbano, pero la realidad estropeada en el hondo suceder sacude la espera inaudita, la perspectiva incompresible con fondo de humo y niebla que se aman y retuercen como una dínamo de confusión. Los dijes, las perlas y las joyas naranjas de la enredadera empalidecida que insiste con su savia entusiasta, para quebrar tanta monocromía, tanta sinuosa aspereza, tanta blanca matanza del color.

Jorge Alberdi /03/08/2006

6/01/2008

"Texto que nace para cuento no llega a novela corta por más que se estire"
(Lidia Morales dixit)

5/24/2008

SOMBRAS CHINAS

Quisiera ser
Luz elemental / Que palpita
Para amar las figuras que crea
O múltiplo del segundo
En que una cosa no es la otra
Antes de que
Finalmente
La mirada
La mate en la forma arbitraria
Del código.

5/21/2008

HORAS EXTRAS

Tal vez, a esta hora no estés, no te hayas dado la vuelta para mirar caer el sol, ni asomar la primera estrella, ni estrellarte con la mirada oscura de la ventana del cuarto de enfrente, donde estoy yo habitualmente, menos hoy.
Hoy estoy describiendo el pelaje de los gatos, y a ratos, giro la cabeza y espío por el ojo de la cerradura al cuarto vecino donde una muñeca estudia en voz alta un inglés percudido, y creo que el frío que entra por la claraboya le está afectando la garganta. Una garganta que pronuncia fonéticamente un habla sinsentido, y gime cada tanto cuando descubre que un escozor le sube por la entrepierna, y es de frío, de ninguna otra cosa. Me han dado trabajo extra; describo el pelaje de los gatos, en lugar de estar frente a la ventana de tu departamento a la hora que movés tu cabeza y agitás tus cabellos y luego te parás y me mirás desde allí y me sacás la lengua. Después cerrás la ventana y el sol cayó, el ocaso acaso ya haya sido por última vez y ni vos ni yo nos enteramos, yo por mirarte enamorado y vos por reírte de mi silencio estúpido y contemplativo. Sí, mientras yo describo los gatos de todos los continentes tal vez a esta hora estés tomando el té en otro lugar, o como yo, con alguna tarea insólita con el único fin de no mirar hoy por la ventana y encontrarme ahí cerca y distante, sin poder gritarte que te mordería los labios sin lastimarte, que dejaría que tus cabellos lacios se enreden en los pezones mientras abro tus piernas para meter mi cabeza
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entre ellas y como expresa una mala traducción española ¡comerte el coño! Y mientras alcanzás un orgasmo terrible yo te hago preguntas insólitas, o sentencio cosas del tipo ‘la literatura está movida por el sexo’. Sí ¡eso! accediste a hacer horas extras en la oficina con el único fin de no hallar mi figura que te perturba y por eso te burlas. Tu jefe ha dejado que corrijas las rimas cacofónicas que se le escapan en los memos porque alguna vez fue un poeta y la palabra siempre lo tienta y como no tiene control sobre ellas una arritmia que quedaría muy bien en cualquier otro escrito, en los memos, en las cartas documentos, en los formularios de despacho de logística, simplemente, no quedan. Y vos, que has demostrado tu pericia lingüística te encargarás ahora de ahogar la respiración automática de ese nuevo Bretón de saco y corbata, perfumado con una exquisita fragancia francesa que cuando la hueles sientes que te corre un hilillo de agua desde el valle de tus pechos amordazados por el corpiño hasta el pozo seco en el desierto luminoso de tu barriga, ella sí, expuesta a la mirada de tus otros compañeros oficinistas. Él se te acerca y te habla desde atrás, muy cerca del oído, y te hace un comentario que no alcanza a ser obsceno, y allí lo hueles, te impregnas, y ya no es solo el agüita que te corre desde los senos emponzoñados y listos para saltar y arrollar con los botones de la camisita cortita y abrir en pedazos el corpiño como si fuese una granada; es la piel, esa piel aceitada y ambarina que gustás de acariciarte cuando te bañás, o cuando te recostás en el sofá de tu departamento, recién llegada de la calle, con el pantalón abierto y apenas la cremallera baja donde deslizás tímidamente la mano hasta rozar la aspereza de la pelusa del pubis. No, ya no es ese líquido impertinente que corre como si fuera la propia sangre que se le ha dado por el cauce de tu epidérmica superficie sino esos millones de puntitos que ahora tienen vocación de cráteres diminutos, de nanovolcanes que anhelan expulsar esos vellos dorados y largos que tus amigas admiran hasta la envidia.
Pero todo pasa, como los huracanes, rápidos, vertiginosos, potentes, dejando al descubierto la destrucción de la velocidad, porque eso es una tormenta: la destrucción que ejerce la velocidad. Tu jefe se aleja a otro escritorio, y deja ese vaho de sensualidad que apenas se difumina hasta agotarse ya te está mostrando otro plano: sus redondeces, las entradas mal disimuladas en la cabeza, el traje que está gastado en los codos y el pantalón arrugado de usarlo durante una semana seguida. Pero ha bastado un segundo para enardecerte, y en ese segundo te hubieses sentado en el escritorio y lo hubieses agarrado de la corbata hasta amoratarlo, le hubieses metido la lengua entre los bigotes y con las piernas le hubieses practicado un abrazo mortal para espectáculo de tus grises compañeros. No importa que el señor tenga caspa en los hombros, aún tiene esa delicadeza de saber mirarte, de quemarte en silencio, de dejar caer el gesto iracundo y sin embargo suave, de aquel que ha tratado a otras mujeres, algunas incluso más jóvenes y más bellas.
Y todo lo hacés hoy, quizá, para no llegar a tu casa solitaria y enfrentarte con este vecino cuyo único entretenimiento es abrir la ventana para ver si estás allí a la hora pactada, para dejarse humillar por la lengua de la burla, por tu gesto despectivo. Desprecio porque no ha sabido nunca golpear a la puerta en tu peor momento y sin pedir permiso violentar esa intimidad del hastío, sonreír y sin decir ‘agua va’ desprender tu camisita arrugada de tanto inflarse y desinflarse por la urgencia de una fantasía doméstica.
Pero, si es así, perdiste una oportunidad porque hoy no estoy como siempre fisgoneándote sino en otro lugar de la ciudad, describiendo el pelaje de los gatos de Egipto, clasificando las orejas de los de Turquía (¿existe Turquía?), mientras en un cuarto contiguo una mujer estudia inglés en voz alta, creyendo que ya no hay nadie en la oficina, ensayando inflexiones hollywoodescas, gimiendo frases entrecortadas, escapando de otras obsesiones solitarias. Perdiste esa oportunidad, y perdimos el ocaso, el nacimiento de la primer estrella que en la gran urbe solo puede intuirse.
Hasta que al fin la barbie se da cuenta de que estoy allí, a un paso, en el cuarto de al lado, y como ya es tarde para avergonzarse, y es tarde para ir a cenar sola en el bar de la esquina, y es tarde también para terminar el trabajo que le había encargado su jefe, que hubiese podido cumplir si no se hubiese dedicado a frasear largas parrafadas en inglés gutural, y es tarde para huir, abre la puerta que da a mi despacho, se suelta el cabello y lo tira hacia delante, para que le caiga sobre los senos mientras desprende los botones de su blusa apretada y se sienta en el escritorio frente a mí, abre sus piernas todo lo que su falda le permite abrirlas y la fragancia de su piel casi oculta me emborracha hasta hacerme olvidar que hoy, ni vos ni yo concurrimos a la cita de todas las tardecitas.

Oxímoron

Inteligencia Militar

5/17/2008

INSTANTE

En el ahogado despliegue del día
cuando ya los muertos han muerto
en la volatilidad de un sueño
donde por un inconmensurable lapso
describieron el agónico placer de ser y no,
miro a la distancia
tratando de que la vista sea otra en su amplitud,
o el giro de la brisa
me vuelva hacia atrás
me transforme
me dé las alas que la noche colgó
y me levante por sobre el cansancio
de años y estupidez.

En ese instante que no es la pérdida
pero la vida pasa en un segundo
y se va por la alcantarilla
con sordo ruido
los soles ciegan
la calle ensordece
la ciudad abisma
cuando la nada es el horizonte
de esa mirada casi desesperada
vuelvo la cabeza
y me encamino hacia otro lado.

5/11/2008

Fugacidad; Obsolescencia y Compromiso estético

Solo un pasaje de la interesante entevista a la escritora brasileña Nélida Piñón:

(...)
–Hoy la vida decreta tu obsolescencia en muy poco tiempo. Irónicamente, nunca se vivió tanto, pero de qué vale si estamos bajo la tutela de la obsolescencia. En muy poco tiempo desaparecemos del mercado, de la vida, de la constancia, de la permanencia, de las pequeñas mínimas garantías existenciales.
–¿Esa visión fugaz influye en la literatura?
–Afecta incluso temáticamente, pero no debería afectar la calidad del texto, no deberíamos hacer un texto fugaz, voluntarista, un texto para ganar dinero. El compromiso del escritor no es hacer una obra descartable sino perenne, no importa que termine en el fondo del sótano. El autor tiene un compromiso más estético pero también ético con el texto y no puede aceptar que, por ejemplo, el mercado se convierta en un elemento de imposición estética.
(...)

5/05/2008

SOY EL ASESINO

En esta mortal melancolía bizarra que arrea el colérico sueño del verano. Ya el cuchillo hendió el muérdago de felpa y como diarrea la esperma roja dejó su rastro en la rala espesura. No hay más que rastro y la duda que ahonda cualquier herida, hasta la de la purga inverosímil de unicidad. Todos podrán escarchar el lago de la opinión, la noche está perdida y las estrellas se desfiguran. Ulular, merodear la espuma de luces, la cana que rompe la magia. Sangre sangre sangre y ritmo en la traza. No indagues más el asesino soy yo que he visto subir y bajar con mortal desparpajo la hoja la sierra la dura cuchilla de la orfandad. Restregaba y arrancaba moles y lombrices espaciales eufemismos y admirativos adverbios. No insultes a mamá que duerme la nana entre algodones de clorofila. Licor de mentas que rezonga en la garganta cortada en dos. No quiero que me nombre ante la gente, no quiero que brille el pulido objeto, no quiero que nadie cree un espacio publicitario mientras las banderolas de la acusación amordazan la libre interpretación.
Qué llagada. Que vasta ambigüedad la niña y el niño, que ocultos en el desdoblamiento encontraron mi furor tanino, mi fuente de agrio desafío.
No me mires a los ojos si quieres la verdad.
La muerte que en el callejón embellece la historia. La transida calumnia que deshueva el monstruo de múltiples cabezas. El ojo que ensarta la aguja de la poesía y la proeza. La canción que arma el argumento. El despojo que ronda la ilusión del héroe.
Qué soberano desperdicio. Ni pegando papel con papel desbroza el uno a uno el principio y el fin. Porque magia del tiempo, allí estaba, allí no estaba. Y ahora recojo la visión desde la calleja solitaria. Tumulto, hormigas en melaza, tan distantes, tan devueltas a sus hoyos, tan desdentadas de motivos.
Runrún, conversación, sonrisas y estupor.
Ahí, caminando en lo obscuro, con fino deslizarse, y delicado aroma de solitario sonriente, allí entre sombras que juegan a ensombrecerse, entre figuras que se devoran en otras, quizá devuelto a su plutónica licantropía, con un camino largo y brillante, pero curioso, el duende, la carga de los celos argásmicos, el detalle de un deseo, el micro organismo de una pasión, hecha carne y a tu nombre. Sin la costilla iniciática, sin el paraíso brindado, sin sentido ni horror, afilando su segundo estupor, niña, niño o animal. Ciego y vidente a la vez. Sordo por sobre todas las cosas, duerme el durmiente, el eterno dios, que de un parpadeo nos acaba.

Jorge Alberdi 04/2005 (republicado)

5/01/2008

TRAZAS 15

Dicen que es tan dulce
El olvido los que olvidan
El sabor salobre de las excusas.

Y tener una flor en un ojal inexistente
Robada de jardines ensombrecidos
Arrebata maravillas de dijes

No resalta ninguna caridad
El rostro en el oval retrato
Ahíto de aberturas y desvíos

La claridad de la sombra
Destroza nuestra temporalidad

Dicen que es tan equívoco
El roce de una telaraña
En la oscuridad

Pero a la caída del sol
Los papeles se queman

Sollozamos por la puerta que se ha abierto

Las ventanas y los retratos
Francos se aquietan en la remembranza

Posesos de un escozor
Anunciados y desahuciados
Por tanto albor postergado

Dicen que el aroma
Encarna aquello tan dulce
Que ha muerto en una palabra

Las sienes palpitan y la noche
Nos engulle lentamente
Las formas pierden el ritmo

¿Se puede hablar en primera persona
Cuando se está solo?

¿Damos al eco la probabilidad
Del cortejo?

Un animalito en la mudanza
En el espejismo del cristal
En la densidad del reflejo

¿Se puede hablar
Cuando se está solo?

Dicen que cuando se llega al río
La costumbre es dulce
Y el olvido la muerte

.

4/27/2008

TE VISITO

Te visito
en las sombras lo hago
y te haces el lugar
Excusa es el sueño
la pesadilla, mujer.
Sin embargo no sonríes de espanto.

Jorge Alberdi –08-2005

'Carmilla', de Sheridan Le Fanu

El célebre relato, pre 'Drácula'.
Si tuviese que designar un texto que encarnara lo que considero erotismo en la literatura, no lo dudaría, es 'Carmilla'.
Lo dejo en 'Lecturas y Miradas', para quien guste.

Sheridan Le Fanu: http://es.wikipedia.org/wiki/Sheridan_Le_Fanu

4/25/2008

ESAS RARAS ENFERMEDADES NUEVAS

Males opuestos con perjuicios semejantes. Pedro padecía hiperpenis, una rara enfermedad que hacía que su pene, erguido en toda su potencia, al entrar en contacto con la mucosa vaginal, por una indeseable reacción alérgica, acrecentase tres veces su tamaño normal, tanto a lo largo como a lo ancho. Salvo contadas, y descalificadas, excepciones, ninguna mujer toleraba semejante desmesura, por más que en el imaginario popular esto esté desmentido. Pedro estaba condenado a relaciones por vía anal o, eventualmente, al uso de doble condón, porque el más mínimo contacto desencadenaba la terrorífica inflación. Esto último le anulaba toda sensibilidad, y lo primero lo hundía en un mar de culpas; es que Pedro era un hombre muy religioso, con lo cual, en ninguno de los casos lograba una verdadera satisfacción. Pablo, en las antípodas, sufría de hipopenis. Caprichosa afección que hacía que su miembro viril, literalmente, se arrugase y escondiese por completo apenas lo acercara al flujo vaginal. Le quedaban las mismas alternativas que a Pedro, pero qué mujer que se precie aceptaría así, sin más, ni menos, tan mezquino intercambio. Pedro y Pablo se conocieron en lo del médico, mejor dicho, en la sala de espera de un consultorio. Entablaron conversación porque ambos mataban la espera coincidiendo en la lectura de un trópico de Henry Miller. Solían encontrarse y tomar algunas copas juntos. A pesar de esto, ninguno había confiado al otro el motivo de su concurrencia al especialista y las horas se les pasaban, entre brindis y brindis, en medio de relatos de lujuriosas hazañas. Por las noches, cada cual en su cama, con un estremecimiento, recibía complaciente la visita de Onán.

4/24/2008

VAINA (S)

Te pega en la ancha banda del asfalto. Cuando llueve como escamas de pez, cuando brilla por los faros raros de soles movedizos. Al cruzar la estridencia de luces, y en el vuelco de un reflejo, un retrovisor ojo que se intuye. Ella se sube al esmerilado rodado, y latínico cofre de encierros. Frotar la lámpara hasta hacer emerger al genio, que es humo diablo solo humo en la pampa de los sentidos. El labio que brilla y se estremece en el espejito, sabroso resto de luz rojiza, jugo de un tinto acaramelado que se desborda de la copa de cristal, pulposo como una frambuesa. El parabrisas, el resquicio de la caja de Pandora, todas se encierran. Metálicos vestidos en las noches de hambruna, metonímica escafandra para esconderse o para exponerse. Lustrosas y ajustadas, imaginadas o intuidas, en el gabinete oscuro, con el aire de fragancia de provocación, soñándose soñadas, sin destino o con el de la fantasía. Aroma a misterio, a distancias, a efluvios de sexo festivo. Vainas, cerraduras llaves rodantes que embriagan la ciudad. Dejan las ráfagas de las miradas, o el desinterés. Flacas, gordas, hombrunas, sedosas, rubias o teñidas, negras o marcianas, altas o bajas, atoradas en la miseria de un juego sin resolución. De refilón te juna, o te ignora, pasa de largo vuelve a casa o se raja, ronda honda en la penumbra que la oculta, en esa cáscara carnosa de sintético. Vigorosa en la estampa te espanta, pone esa lejanía de humo, con su dibujo de deslices y curvas ansiadas, gelatina textil que la desnuda como a la funda de un arma blanca. Un cigarrillo antes de lanzarse a la marcha. Luz Roja, peligro, gira la cabeza y un abismo te ilumina, un abismo azul, oleoso. Y el hambre latiendo haciendo huecos en el periplo, abandonando el cuadro. ¿Dónde? ¿Quiénes? Quienes en resuelto deambular disparan la ineficacia de hombre solo, de lobo desguarecido cansado de soplar casamatas, de lamer estampillas, de fusionar hermanas con amantes, de doblegar el esperma impertinente, de amasar el deseo y fregarlo contra los muros de las paredes, de los carteles que te anuncian inalcanzable, de retorcerlo contra el rizado venus sin brazos, contra las montañas rosadas de la cosmética, contra el picante surco húmedo. El ojo cazador acierta pero el movimiento se lleva la sonrisa de triunfo vano. El ojo sueña y lava el rostro cuya máscara de sombras no conocerás en la velocidad, vana también. El ojo muerde ese otro ojo sin edad, sin color o con el horizonte de todos los colores posibles. Ese ojo que ya te abandona, que se lanza y avanza por el éter, inútilmente, hasta desvanecerse. Pasa en un segundo, pasan en un segundo. Efímero es el talante, y efímera es la imagen, envainada, modelada en plástico, fibra y metal. Láser de olvido, fragante presa que se fue con la tecnología, con las pantallas azules de los video clips, con las películas neblinosas de la estética, con la película del lustre, con la cutícula de las medias largas y hondas de texturas y membranas de piel sin grumos. Luz Verde, chirriar, humo, aromas, intuiciones, apenas huellas de ellas. Hidrocarburo, perfume de mujer

(Envueltas. Enlatadas, como guantes de acero. Distantes siempre, ajenas al mundo. Me hundo en esa blasfemia que en vano invoca un conjuro. Ni desnudadas ni embozadas. Suaves, suaves como las faldas que se pliegan sobre la butaca suave, tersa, suntuosa como esas piernas que se abren y exhalan el perfume de la locura, con esos breves movimientos sobre los pedales. No. No hay calidez en la imaginación, no hay una nación de despojos anhelantes de deseos con nombre y apellido, de miradas que se corresponden. No hay un gesto, un tornillo, una sonrisa, una correa de distribución, un bostezo, un cilindro, un parpadeo, una bujía, un agitar de cabellos, una caja de cambios, un murmullo cadencioso, un burro de arranque. La gloria está puesta en la oscuridad. Y es en vano que cada músculo proyecte sus ganas, la cápsula se irá al quinto infierno, cuando la luz verde le dé el paso. Hidrocarburo, perfume de mujer).